EXTREMEÑOS POR JORDANIA – 3 – por Moisés Cayetano Rosado

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Castillo de Harranah

Castillos del desierto.

Hacia el desierto inmenso del este, que nos lleva a las fronteras de Siria e Irak, se encuentran una serie de castillos y fortalezas que son puntos estratégicos para el resguardo de los caravaneros de las rutas de las especias, incienso, seda, sal…, como es el caso de del impresionante castillo de Harranah, del siglo VIII, de enorme belleza y solidez exterior, así como de extraordinaria comodidad interior, en medio de la “portentosa nada del desierto”. O fortalezas-palacios como el de Amra, de la misma época, utilizado por el califa y sus príncipes para el deporte y el placer, con magníficos frescos en las paredes y techos que le han valido el calificativo de Patrimonio de la Humanidad, obtenido en 1985, y donde sorprendentemente podemos ver “todo” lo que prohíbe la religión musulmana: representación figurativa humana y de animales, incluidas escenas de relaciones sexuales explícitas.

También están los castillos propiamente estratégicos, defensivos y de acopio para finalidades bélicas, como es el de Hallabat –utilizado por Lawrence de Arabia-, construcción sólida en basalto y arenisca, cuyas puertas son igualmente de piedra, y que se asienta sobre base romana, mandada a destruir por el califa omeya Hisham ibn Abd al-Malik en el siglo VIII. En este último caso, nos recuerdan a los castillos roqueros extremeños, si bien en medio de la inmensidad plana del desierto y no en los picos elevados de cerros y montañas.

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Bóveda de la fortaleza-palacio de Amra

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Puertas del castillo de Hallabat

.(Continuará)

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