DIÁSPORA. SALINAS DE CASTRO MARIM, por Moisés Cayetano Rosado

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Siempre es un placer pasear por Castro Marim. Admirar al norte su recinto medieval -reconstruido en 1279, en el reinado de D. Dinis, tras la conquista a cargo de la Orden de Santiago-, donde se enclava uno de los castillos más interesantes de Portugal, de planta cuadrangular, reforzado por amplios cubos artilleros en sus esquinas, de la época del rey D. Manuel, a principios del siglo XVI.

Al sur, en su magnífico complejo defensivo de mediados del siglo XVII -levantado a causa de la Guerra de Restauração de 1640/1668- destaca el pequeño Forte de São Sebastião, flanqueado por dos grandes hornabeques, desde los que parten sendos lienzos de murallas que enlazan con el recinto medieval. Uno y otro coronan elevaciones y protegen el caserío, recogido al medio.

A oriente queda el llamado Revelim de Sto. António, una imponente elevación artillada que vigila al río Guadiana y a la población de Ayamonte, y de donde las vistas de las salinas de Castro Marim son excelentes. En realidad, desde cualquiera de los puntos anteriores lo son, pues estas elevadas zonas defensivas “contemplan” ampliamente el grandioso espacio de llanuras, sembrado por el este  de las pequeñas “piscinas” de almacenaje de agua marina, que llega a través de un ramal abierto al Guadiana casi en su desembocadura.

Vista de Castro Marim desde las salinas. Revelim a la iquierda; abaluartados al centro; recinto medieval a la derecha.
Vista de Castro Marim desde las salinas. Revelim a la izquierda; abaluartados al centro; recinto medieval a la derecha.

Y es a esas salinas a donde ahora tenemos la oportunidad de dirigirnos, de entrar en ellas, de conocer un poco su funcionamiento, gracias a la gestión hecha en brevísimo tiempo por Nuria Guerreiro -que trabaja para el municipio y la Eurociudad del Guadiana-, demostrando la misma eficacia que cuando allá realizamos las III Jornadas de Valorización de las Fortificaciones de las Raya (http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2014/09/celebradas-las-iiijornadas-sobre.html).

¡Magnífico llano pantanoso de brillantes resplandores, caminos compactados y a los bordes rectángulos de inundación con distintos tonos en la evolución de la sal: desde el verdoso del agua que entra del Guadiana hasta el blanco impoluto de la sal, coronando los pequeños embalses! ¡Y qué decir de la silueta de Castro Marim desde allí: la visión de su monumentalidad (castillo, murallas medievales y modernas, fuerte, hornabeques, revellín…) y blanco caserío cubierto con teja roja, despuntando torres de iglesias y siluetas de molinos de viento delicadamente conservados!

Salinas con Castro Marim al fondo
Salinas con Castro Marim al fondo

El propio municipio tiene su parcela de explotación de salinas, para que sirva de impulso, acicate y apoyo a otras iniciativas particulares, en el sentido de seguir practicando la extracción artesanal de la sal, que se viene realizando desde tiempo inmemorial, ligada a la salazón de pescados especialmente, adquiriendo gran importancia durante el Imperio Romano para la fabricación del “garum” (salsa de pescado preparado con vísceras fermentadas).

Averiguamos que si durante la Edad Media y Moderna tuvo una importancia económica crucial para la zona -con gran actividad exportadora-, a finales del siglo XVIII entran en decadencia, por la competencia de otras explotaciones de la Península, quedando reducida su actividad en el siglo XIX al consumo de los mercados locales y de lugares próximos.

Durante casi todo el siglo XX sigue el declive de esta industria artesanal, que únicamente cobra impulso a partir de finales del mismo, aunque coexistiendo la producción tradicional con los métodos industrializados, con una intensa mecanización que en forma alguna se da en los primeros, donde toda la labor es manual. Al ser ésta de más costoso proceso, encarece el producto, si bien resulta de una altísima calidad, con la conservación de todas las propiedades: pureza natural no “forzada” con métodos químicos, que la extracción con retroescavadoras hacen necesarios para eliminar impurezas de arrastre de arcillas, aceites, etc., pero eliminando propiedades y componentes esenciales como yodo, flúor, manganeso, hierro…

La Câmara Municipal de Castro Marim es un ejemplo de potenciación de estas “buenas prácticas extractivas”: recolección manual con rascador de madera unido a palo largo, con el que se arrastra la sal hasta los bordes de los recintos rectangulares en que se deposita el agua marina, tras pasar por distintos estanques (todos de arcilla compactada a mano) donde se va depurando el agua, calentando y evaporando.

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Así obtienen una producción de altísima calidad tanto de “flor de sal”, (cristalizada en superficie por contraste térmico a la caída del sol, que únicamente puede recogerse -con pértigas de malla fina- en determinadas condiciones de “reposo” del viento, siendo recolección muy limitada, pero de inigualable valor gastronómico y en oligoelementos claves para nuestra salud), como de sal natural, en volumen quince veces mayor que el de “flor” (que cuesta en la compra casi esas quince veces más).

Ciertamente, se trata de un trabajo penoso para el operario que ha de cuidar tanto de la limpieza de los estanques como de la obtención de la sal por raspado y arrastre en los mismos, y su manipulación desde ellos hasta el exterior en pequeños sacos que transportan a hombros.

Las temperaturas en las mejores épocas de extracción (verano) pueden llegar en este espacio rebajado de la superficie a 50º y la humedad es enorme. Todo es esfuerzo de brazos, de hombros, para el que manipula el producto, a pleno sol. En nuestra visita, de hora temprana y tiempo suavizado de principios de otoño, lo hemos podido comprobar, como comprobamos la delicadeza, la entrega profesional del encargado de la explotación municipal que amable y pacientemente nos acompaña, sabe su labor y sabe explicar los pormenores, transmitiendo cariño por esta empresa de recuperación de tradición y calidad.

Trabajo duro para lograr un producto sin igual,  saludable y de gourmet, que Castro Marim ha sabido revitalizar, cuando la vorágine mecanizadora parecía que iba arrasar con lo que durante tantos siglos fue para la zona una señal de identidad. Hoy se exporta a todo Portugal, España, Reino Unido, Alemania, Holanda, EE.UU., etc., constituyendo un recurso económico importante para este municipio, por añadidura siempre en “pase de revista”, pulcro, agradable de recoger, de bello caserío y abiertamente acogedor.

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