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Calle de Moura (Portugal) |
Han ido apareciendo en este blog fotos de ancianos y de ancianas, de pueblos diversos, con su hiriente soledad. Surcados por la mano del tiempo, el abandono, los vientos de nuestra masiva emigración que despobló comarcas y regiones…
Quiero traer ahora este poema, de los finales de mi libro “Amaneceres” -que pueden encontrar en los “Archivos adjuntos” de este blog- como muestra de mis impresiones ante esos espacios que se van desangrando y que mantienen la belleza de su humildad, de su quietud y de su sencillez.
Va enriquecido con unas fotos cercanas a mi mundo físico y sentimental.
Tuvo esta calle tantos niños gritando…
Tuvo esta calle
tantas estrellas en noches de verano
Calle de Elvas (Portugal) |
que se nos enredaban entre hamacas y sillas,
entre canción y cuento, entre leyendas
oídas con asombro en un descanso
de nuestra arrebatada algarabía…
Tuvo esta calle nuestra
tantos pasos de amigos, tanto juego,
tanta ilusión y risa
entre sus piedras y su tierra, sus gallinas
picoteando, siempre encontrando alguna cosa que comer…
Tuvo
nuestra ilusión poblada, nuestros sueños,
nuestra presencia densa de abuelos y de tíos,
de padres y de hermanos, de jóvenes y viejos,
de vecinos ruidosos y festivos,
caminantes eternos que no la abandonaban
y llenaban las puertas de alegría…
Tuvo su historia y su presente.
Fue inagotable su bullir
antes de que los vientos nos llevasen
y únicamente devolvieran intermitentes vueltas
que poco a poco se espaciaban.
Luego sólo quedaron, sobre el asfalto que recubrió el pasado,
los andares inciertos, los lutos superpuestos,
Calle de Olivenza/Olivença ![]() |
escasísimos pasos,
casas abandonadas,
silencio por las noches como si sólo espectros
reinaran por donde el griterío
de niños y de jóvenes dominó varios pasos
más atrás en el tiempo.
¿Cuántos vivos le quedan?
¿Cuánto anciano esperando su silencio
tras las puertas apenas entreabiertas,
tras las pocas que se abren todavía?
¡Y cuántas soledades
dentro de cada casa, dentro
de lo que fue presente, fue futuro
y ya no es otra cosa que ceniza!
¡Dios mío,
qué solos se quedan los vivos
mientras los muertos se reúnen
en la nada tremenda del vacío!
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Calle de Paymogo (España) |