LITERATURA Y COMPROMISO – 1 – Moisés Cayetano Rosado

A los poetas y cantautores portugueses que hace ahora
30 años ponían su voz y alegría a la Revolução dos Cravos. Y a los extremeños
que, un año después, se anticiparon a la eclosión democrática de nuestro país

 

1. INTRODUCCIÓN.

 

 

La discusión sobre el compromiso del escritor, sobre la función social de la literatura, sobre la toma de partido del creador literario, es un tema que surge de continuo en los debates. ¿Tiene algún compromiso el que escribe?

 

¿Debe tomar postura decidida ante algo? ¿Es prioritaria la función social en su obra?

Sin duda, hay un primer compromiso que debe asumir todo escritor: el propio compromiso con su escritura como obra de arte. Es decir, el compromiso primordial es un compromiso estético.

Surge después la posibilidad de un segundo compromiso. Al ser la literatura una actividad humana, tiene una vertiente social. Así nace el compromiso ético.

Pero siempre ha existido la polémica sobre la prevalencia de uno sobre otro. ¿Qué es lo más importante: la forma o el fondo? ¿de alguna manera una de las dos “obligaciones” ha de someter a la otra, sacrificarla para cumplir su fin, artístico en el primero, concienciador, espoleador, testimonial y de denuncia en el segundo?

Hay unos versos del poeta revolucionario guatemalteco Otto René Castillo, muerto en combate en 1967, con treinta y tantos años de edad, que son esclarecedores en cuanto a la postura imprescindible:

Un día
los intelectuales apolíticos
de mi país
serán interrogados
por el hombre
sencillo
de nuestro pueblo.
Los que nunca cupieron
en los libros de versos
y les preguntarán:
“¿Qué hicisteis cuando los pobres
sufrían y se quemaban en ellos,
gravemente, la ternura y la vida?

Y el poeta español Florentino Huerga escribía a comienzos de los años setenta:

¿Cómo voy a cantar a la rosa
mientras muere un niño, sin casa y sin ventana?

De otro lado, buena parte de los jóvenes creadores que comienzan a publicar en el último cuarto del siglo XX mantienen la postura contraria, incluso radicalmente. Llaman a los anteriores la “generación de la berza”, despreciativamente. Sólo reconocen el compromiso artístico y huyen de todo lo que “huela” a denuncia social, rechazando la literatura éticamente comprometida como improcedente, inútil y pedestre; algunos se esfuerzan incluso en hacer una obra de contenido intencionadamente “militantemente”, intrascendente.

¿Con qué opción nos quedamos? ¿Hay que decidirse por alguna postura o buscar una síntesis entre ellas?

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