CHILE ES UN PAÍS DE MESTIZOS – 3 – por Raúl Iturra

Las Machi pueden ejercer libremente su saber, porque de botánica saben más que los médicos positivistas. Parece que las plantas curan, por ser la base de los remedios químicos que se venden en las farmacias Solo que me gustaría saber que es la botánica

 

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, dice así:

Ciencia que trata de los vegetales. O persona que profesa la botánica o tiene en ella especiales conocimientos. Como se puede ver, las ofrendas a la araucaria son plantas adecuadas a la enfermedad que cada persona tiene, no son ramos de cualquier tipo. Cada persona exhibe su enfermedad y su curación por consejo da las Machi, que son los médicos de las tribus indígenas de cada nación.

                                                                                                                         

Cuando alguien se enferma, se recurría a un curandero llamado machi. En el siglo XVI por lo general este era un hombre que se vestía y actuaba como mujer. Se le atribuían poderes sobrenaturales, ya que podía, como todos los chamanes, comunicarse con los espíritus. Vive en una ruca aislada que sobresalía de las demás por tener al frente un Rehue (Rewe en mapudungun) o poste sagrado.

 

Al llegar a la ruca (rukha en mapudungun) del enfermo, donde se hallaban expectantes los parientes, el machi colocaba hojas de canelo, el árbol sagrado mapuche, y las encendía, mientras cantaba y danzaba alrededor del paciente al son del cultrún o tambor sagrado, para invocar la ayuda de los pillanes bienhechores.

 

Cuando la ruca estaba llena de humo, se arrodillaba sobre el paciente, clavando en su pecho un cuchillo. Hurgaba en el interior del cuerpo hasta extraer la causa del mal, representada por lagartijas o insectos, que mostraba a los parientes, asegurándoles haber descubierto al culpable de la enfermedad. Luego cerraba la herida sin que quedara rastro de ella y recetaba hierbas medicinales (boldo, bailahuén, laurel, culén y otras cien especies más).

 

                                                                                                                                          

 

En realidad, el machi no operaba al paciente. Usando sus conocimientos de hipnotismo y prestidigitación, creaba un fenómeno de alucinación colectiva.

 

Si el paciente fallecía, su cadáver era ahumado a fin de velarlo durante varios días, en los cuales demostraban con gritos y lágrimas la tristeza que les provocaba su partida. Cuando ya su nombre no era pronunciado, lo enterraban vestido con sus mejores ropas, acompañado de cántaros con alimentos, chicha, adornos y armas, para que, ya transformado en pillán, protegiese desde el más allá a sus deudos. Por lo general los depositaban en el suelo, cubriendo el cuerpo con tierra.  Luego consultaban a un dunguve o adivino, para que identificase al culpable. Una vez individualizado, los parientes del muerto indicaban sus preparativos para vengar la ofensa recibida, tomando la justicia en sus manos. Si no recibían una compensación adecuada, atacaban al linaje del malhechor con el objeto de matar al culpable. Así, los grupos familiares mapuche mantenían rencillas que les impedían unirse para conformar un verdadero pueblo.

 

Así como ya hablamos de la yurta mongoliana, una construcción primitiva que sigue vigente, les presentamos esta vez la ruca, el hogar circular de los pueblos Mapuche del Sur de Chile y Argentina. Existe además una ruca o rukha, en la Municipalidad de Peñalolén, que funciona como centro de eventos e información sobre la cultura Mapuche.

 

A continuación: La ruca

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