DIÁSPORA. ANTONIO BRAZ, UN ELVENSE EN EL FRENTE DE BATALLA (I), por Moisés Cayetano Rosado

António Braz, nació en Monte das Taipas, freguesía de São Vicente,  del concelho de Elvas, en 1877. Entró a los 16 años en la vida militar, siendo embarcado para la Ciudad de Mozambique como segundo sargento el 17 de diciembre de 1896, dentro de las misiones de control y pacificación territorial, bajo las órdenes del mítico militar Mocinho de Alburquerque.

Regresó a su tierra natal el 17 de noviembre del año siguiente, prosiguiendo su carrera militar. Pero no tardará en volver a prestar servicio en las colonias africanas, y así entre el 1 de septiembre de 1909 y el 7 de junio de 1911 -siendo alférez- fue destinado a la 5ª Compañía Indígena de Infantería, en Mozambique. De 25 de junio de ese año a 18 de mayo de 1913 prestará servicio en Angola integrado en la misma compañía. El 18 de mayo de 1913 se embarca para Lourenço Marques, donde permanecerá entre el 29 de mayo y el 16 de septiembre del mismo año. Volvería a Lisboa el 15 de octubre.

Esta experiencia africana le hará comprender la miseria, hambruna y enfermedades endémicas de los indígenas, así como el atraso de los soldados portugueses -pobres y analfabetos- destinados forzosos a estos lugares de los que os jóvens pertencentes às familias aristócratas e burguesas, em troca de pagamento de uma quantia em dinheiro, livravam-se do cumprimento de servir a Pátria (que relata, recogiendo sus apuntes, su biznieta Isabel Braz en el libro “Memórias Esquecidas” (Chiado Editora, 2014. Pág. 13). Algo que también venía ocurriendo en España, y que se llevó la vida de miles de campesinos españoles en las guerras de Cuba y Filipinas de finales del silgo XIX, y en las de Marruecos (en el Rif) de 1911 a 1927.

Ya como teniente, partió de nuevo para Angola, donde permanecerá desde el 10 de diciembre de 1914 al 3 de febrero de 1916, en esta primera parte de la Gran Guerra, en que Portugal decide intensificar su presencia en sus dominios africanos, amenazados de ocupación por los alemanes. El hambre, la sed, las enfermedades tropicales, serán los “compañeros” de este ejército portugués, que chegaram a armazenar a urina nos cantis para remediar la horrible sed en sus desplazamientos (“Memórias Esquecidas”, pág. 228).

Regresado de este infierno, en agosto de 1917, ha de embarcarse para Francia en el tercer Batallón de la Infantería 17, una vez que Portugal entra abiertamente en el conflicto bélico contra Alemania, enlazando así sacrificios sin cuento, separaciones familiares, necesidades de todo tipo y todo tipo de peligros.  Desde el 10 de diciembre de 1917 permanecería en las trincheras (horrible tortura de fango, humedad, invasión de ratas, hambre, sed y peligro de ataques de mortero y gases venenosos) del frente franco-belga, llegando a ser víctima de un grave ataque con gas, y herido en una pierna.

El 6 de abril de 1918, ha de retirar el Batallón de Infantería 23 en el sector de Ferme du Bois (aunque se enterará en su cautiverio, en ese mismo día fue promovido al puesto de capitán). Y allí le va a coger en línea de frente -cuando pensaban que su misión estaba terminada y pasarían a retaguardia- la Batalha de La Lys, el 9 de abril, siendo hecho prisionero por las tropas alemanas, permaneciendo cautivo hasta el 24 de diciembre, tras la finalización de la Guerra.

 

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