A crise na Europa, a crise em Madrid, a crise de um sistema: olhares sobre Espanha

Selecção de Júlio Marques Mota

 

15. De que va esta crisis – II

 

Joaquín Arriola – Profesor Economía UPV-EHU-

 

 

(continuação)

 

A partir de 1980 se produce un cambio fundamental. Una nueva conciencia se va adueñando de los líderes del mundo capitalista, que aceptan las dimensiones estructurales de la crisis y las interpretan a su manera: el neoliberalismo se presenta como la estrategia más adecuada para resolver la pandemia reinante. Las medidas más importantes aplicadas han sido orientadas en cuatro direcciones:

 

A. Rearme ideológico


Continuar la guerra fría con el rearme ideológico del proyecto conservador significa pasar de la lucha defensiva interna, Estado social “keynesiano”, a la lucha ofensiva interna: postmodernismo, nuevo individualismo y combatir el espacio ocupado por el comunismo, utilizando la penetración de los nuevos medios de comunicación de masa (cine, música, televisión, videos, etc.).

 

Un factor político clave en el triunfo del neoliberalismo, con importantes consecuencias en el panorama político mundial, ha sido la victoria estadounidense sobre la Unión Soviética en la carrera armamentística. Estados Unidos debe este hecho a que los recursos destinados a los armamentos se obtienen disminuyendo los beneficios sociales.


Resulta paradójico que aquellos que han visto vacilar las propias ideas con la caída del sistema soviético hayan investigado tan poco sobre las causas reales de esta derrota. La crisis del sistema soviético reside en sus limitaciones políticas, y no en el hecho que su sistema de organización económica fuese menos eficiente que el capitalista.


El nuevo individualismo se fundamenta en la creación de una sociedad de consumo de masas internacional; para realizar esto se fragmenta internacionalmente la clase obrera que se había unificado política y culturalmente en el contexto nacional (ahora una parte de la clase obrera textil alemana está formada por trabajadores que trabajan en Singapur y Malasia; una parte de la clase obrera del sector del automóvil en Estados Unidos está compuesta por trabajadores mejicanos o argentinos de la Ford, etc.).


B. Rearme militar


En Estados Unidos la carrera armamentística forma parte del sistema de acumulación del capital. Esta ha servido al funcionamiento del sistema capitalista, desde el punto de vista de la acumulación, ya que ha logrado transformar el empeño militar en producción de bienes y servicios para la distribución universal. Las inversiones militares han sido financiadas con el presupuesto público y el Pentágono sigue siendo la unidad económica planificada más grande del mundo. En estos últimos años los Estados Unidos han vuelto a tener una cuota de alrededor de un cuarto del PIB global gracias a los gastos militares. Estados Unidos es consciente de que, sin hegemonía militar, no podrían imponer al mundo el financiamiento de sus déficit, que le permite mantener la posición guía incluso en el campo económico, pero de modo absolutamente artificial, ficticio, sin ninguna base estable ni estructural en ningún fundamento macroeconómico sólido. Una disminución de los gastos militares en Estados Unidos implicaría hoy una crisis profunda y aún más aguda del sistema económico americano total y agravaría la ya sistémica y violenta crisis económica.


 

La única salida de la gestión de la crisis es, según parece, la del mantenimiento de la demanda y del dominio capitalista en una especie de “macartismo globalizado”, es decir, desarrollar, una vez más, un keynesianismo militar como tentativa para resolver las dificultades de relanzamiento productivo.


De hecho, todas las grandes crisis se han resuelto inicialmente acudiendo a la planificación del gasto y de la inversión que supone el militarismo. Por ejemplo, la crisis económica de finales del XIX se resuelve con la primera guerra mundial, cerrando la fase del imperialismo inglés. La crisis de los primeros años 20 registra su manifestación más evidente con la explosión de la burbuja financiera del 29, que golpea la capacidad de crédito y hace precipitar la demanda real, y no se resuelve simplemente con el New Deal en 1933; se soluciona definitivamente con la segunda guerra mundial, cuando se abre la fase de reconstrucción de post guerra, que pone al centro el poder político y económico a los Estados Unidos.


La “guerra de las galaxias” de Ronald Reagan y la guerra contra Iraq de Bush son dos manifestaciones de la búsqueda de reconstruir el keynesianismo militar como salida a la crisis. La propia UE trata de afirmarse en términos de expansión geográfica, pero también manu militari (basta recordar la “guerra humanitaria” de los demás gobiernos de centro izquierda europeos para destruir Yugoslavia y despejar el campo a la llegada de los gasoductos y de los corredores económicamente estratégicos al corazón de Europa, y el esfuerzo de generar una industria militar europea también con fines civiles (EADS).


C. El fin del pacto social

 

En los países desarrollados, el pacto social del período post bélico entre el capital y el trabajo se fundamentó en el miedo al comunismo, o sea, por la eventualidad de perder nuevos territorios y poblaciones para la acumulación del capital. En este contexto, el modelo de keynesianismo social juega un rol de amortiguador en el conflicto capital-trabajo, ya que está preparado para redistribuir ingresos a los trabajadores. Estos últimos, gracias a la fuerza expresada por el gran ciclo de luchas laborales exitosas de los años 50 y 60, conquistan mayor capacidad adquisitiva y por lo tanto una fuerte propensión al consumo apoyada en los propios salarios; con esta alta capacidad de compra se logra incluso crear fuentes abundantes de ahorro destinado, a través de los bancos, a facilitar el endeudamiento de las empresas para efectuar inversiones y por lo tanto apoyar el ciclo de acumulación del capital.


Desaparecido el miedo del capital hacia el comunismo, la fuerza política de los trabajadores, que buscaba imponer la propia participación en la distribución de la riqueza social generada, se debilita considerablemente, gracias también a la deriva adaptativa y moderada de los partidos y de las organizaciones históricas del movimiento obrero. Así, se va facilitando la puesta en marcha de otros componentes del ajuste neoliberal, como la flexibilización salarial y de empleo y la desreglamentación legal, (es decir la inseguridad institucionalizada), la reducción del conjunto de normas que regulan el funcionamiento de la economía y las privatizaciones, es decir la limitación de la capacidad de intervención directa en la economía del Estado y del sector público.


El Estado se aleja progresivamente de cualquier forma de participación social efectiva y se pone al servicio de la recuperación de la rentabilidad empresarial (políticas de ”desreglamentación y competitividad”, de “ajustes y privatizaciones”), para menoscabar duramente el poder de los trabajadores y de los sindicatos (lo que a continuación ha sido denominad política de la “flexibilidad”). Esta medida económica ha sido completada con la activación de nuevas tecnologías de automatización de los procesos de producción, que han reducido, en forma drástica, la necesidad de trabajo y por lo tanto han reducido decididamente el costo del trabajo.

 

La flexibilización es también un componente de desreglamentación, que consiste en reducir los obstáculos al despido y facilitar al mismo tiempo la contratación parcial. A su vez, se busca sustituir la flexibilización salarial ligada a la negociación colectiva por la individualización salarial para reforzar la disciplina en el trabajo, de modo que aumente la productividad individual; esto lleva a la legitimación legal a través de las decenas de modelos de contratos del trabajo denominado atípico, es decir precario, que se traducen en una creciente decadencia de grupos sociales enteros, a un empobrecimiento de clases sociales que se consideraban inmunes a cualquier crisis de sistema.

 

(continua)

 

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