Memorias de un extranjero extravagante – 49– por Raúl Iturra

(Continuação)

 

Un pacto que Allende tiene que firmar para triunfar finalmente. El pacto de la vergüenza y la cobardía porque todos los partidos y hombres políticos perturbaron su mandato, tanto cuanto podías. Allende era un prisionero de la presidencia de la nación. Con todas estas humillaciones aceptadas con calma y serenidad por el nuevo Presidente, finalmente Allende sube al poder.

 

El 3 de noviembre de 1970 Salvador Allende (1909-1973) asumió la presidencia del país, comprometiéndose a cumplir con el Acta de Garantías y con el programa de gobierno que había propuesto al electorado. Este programa, basado en la doctrina que se denominó “socialismo en libertad”, apuntaba a asegurar la satisfacción de las necesidades de toda la población chilena, sin el programa que Allende quiso implementar al asumir el poder y que recibió el sobrenombre de “las cuarenta medidas fundamentales”, puede resumirse en las siguientes grandes líneas de acción: reajuste del salarlo mínimo en 66 por ciento y del sueldo mínimo en 35 por ciento; congelamiento de precios de artículos de primera necesidad; disminución de la cesantía; programa de construcción de viviendas; control de la inflación; estimulación a la producción nacional; mejoramiento de los servicios estatales de salud; distribución gratuita de leche a infantes y escolares; creación de un sistema único de seguridad social; profundización de la reforma agraria; nacionalización del cobre, el salitre y el carbón; estatización de las grandes industrias del acero y del cemento, de la compañía de teléfonos, así como de la banca.

 

Para llevar a cabo la reorganización socialista de la economía nacional, el programa contemplaba tres categorías de la propiedad: propiedad social (el Estado estaba facultado mediante ley, y para cada caso, a estatizar una empresa considerada de interés social); propiedad privada; y propiedad mixta (el Estado participaba con un porcentaje de las acciones de la empresa). Esta reorganización tripartita de la propiedad fue confirmada por el Congreso mediante una reforma constitucional en el año 1972. Así como la nacionalización del cobre. Entre 1965 y 1970, el Estado chileno había obtenido créditos extranjeros por un monto de 580 millones de dólares, destinados a la modernización de las empresas y de las minas; figuraba como aval de la deuda total y había sido el único deudor que había realizado desembolsos, mientras tanto las empresas habían contabilizado ingresos por un total de 602 millones de dólares y habían acumulado una deuda de 632 millones.

 

El programa de chilenización del cobre, impulsado por Frei Montalva, había pagado por las acciones adquiridas un precio muy superior al fijado en los libros de contabilidad de las propias empresas. Así, la Braden Company, dueña de El Teniente, cobró como la Kennecott Co., un total de 81 millones de dólares, mientras que el valor en libros de contabilidad era de 72 millones. Además, El Teniente, bajo la administración de la Kennecott, había obtenido créditos del Eximbank por un total de 100 millones de dólares para ampliaciones del mineral, con una cláusula que obligaba al Estado chileno a cancelar el total de la deuda en el caso de que no se cumpliera el contrato de administración.

 

El gobierno de Allende consideraba que el primer paso en el camino hacia la independencia económica con el exterior debía ser la nacionalización del cobre, ya que éste constituiría el sueldo de Chile. El proceso se realizó mediante reforma constitucional aprobada unánimemente por el Congreso Nacional con la ley del 16 de julio de 1971, que fijaba la expropiación de los derechos de las empresas Anaconda Company y Kennecott Copper Corporation, así como las minas de Chuquicamata, El Salvador y El Teniente. El procedimiento y el pago de indemnizaciones a las empresas generaron conflictos en las relaciones con Estados Unidos, puesto que contravenía el convenio establecido en el mandato de Frei, según el cual el Estado chileno adquiriría progresivamente el porcentaje restante de las acciones de la gran minería del cobre.

 

La negociación contemplaba que, por un período de once años, ésta debería permanecer bajo la administración de las empresas norteamericanas. Allende no preguntó más: simplemente retiró de las manos de los extranjeros, las minas de cobre, con una justificación plausible, anunciada en Rancagua a ll de Septiembre de 1971, día que llamó de la Dignidad Nacional: Hoy es el día de la dignidad nacional y de la solidaridad. Es el día de la dignidad, porque Chile rompe con el pasado; se yergue con fe de futuro y empieza el camino definitivo de su independencia económica, que significa su plena independencia política. Por eso, era significativo el haber escogido, para hablar a la Patria como Presidente de ella, la Plaza de los Héroes de la ciudad de Rancagua, agregando: Aquí se sienten el ayer y el pasado, el heroísmo de los que lucharon y sacrificaron sus vidas para darnos sentido y contenido de pueblo. Aquí está presente la imagen de O’Higgins y aquí podemos decirle al padre de la patria que somos sus legítimos herederos, y que fue el pueblo el que ganó esta batalla de la independencia y la dignidad nacional.

 

(Continua)

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