Me es casi imposible, como se dice en el Castellano de Chile, no escribir algunas palabras de honra a los que supieron defender la honra de la República de Chile que durante los finales del Siglo XIX, vivía en paz y harmonía. Excepto, como tengo relatado en otros textos, los desacuerdos entre partidos políticos, desde el día de la Independencia de Chile, que se conmemora el 18 de Septiembre, desde el año 1810. Ese fue el día en que la independencia de la corona de España comenzó, cuan el Rey Borbón Fernando VII fue substituido por el hermano de Napoleón Bonaparte, José, que no sabía gobernar. Como sabemos ya por otros ensayos míos, el representante de la Corona convocó a una reunión de notables, dijo: en España no hay Rey, no tengo a quién representar: os entrego el bastón y el mando. Los notables eligieron al ya muy anciano Conde de la Conquista, Mateo de Toro y Zambrano, como Gobernador de un Chile libre. Las escaramuzas por el poder comenzaron, la familia Carrera organizó el primer golpe de estado, derrocaron al Conde, que se fue a su casa a morir. Gobernaron como entendieron, creando una Constitución para organizar el gobierno de la Nación, aún no República, con José Miguel Carrera como Jefe. José Miguel Carrera es uno de los personajes más controversiales de la historia chilena. A pesar que es considerado como uno de los padres de la patria en Chile, durante su vida misma fue acusado por algunos patriotas de traición a la causa independentista y de buscar instaurarse como dictador, caso que refleja por ejemplo en las acusaciones que se le hicieron por tratar de convertirse en un Napoleón en tierra chilena. Algunos historiadores, como Diego Barros Arana, suponen que gran parte de estas controversias derivan del carácter impetuoso y apasionado de Carrera, pues a menudo él no habría considerado las posibles consecuencias de sus actos, lo que en ocasiones produjo resultados nefastos al fin último que buscaba. Sin embargo, es posible también entender sus actos como motivados por una finalidad diferente a la de otros independentistas, lo que habría producido desacuerdos y problemas.
En efecto, a pesar que Carrera era claramente independentista, existen autores que dudan del republicanismo del caudillo, y, al contrario, otros lo consideran el fundador de la República. Existen también algunos historiadores que simplemente lo ven como uno de los primeros caudillos que, basados en el poder militar y la demagogia, dominaron mucho de la vida política de América Latina.
Otra rama historiográfica reconoce el papel fundacional de Carrera. Ven en él a un revolucionario que en base al poder político que pudo acumular dotó al país no solo con una constitución política sino una nueva institucionalidad (como el Senado de 1812), de nuevos símbolos patrios, de una nueva educación más acorde con los nuevos tiempos y más extendida al incluir a las niñas, entre otros avances que harían de él el verdadero constructor del Estado. Dentro de esta corriente se puede catalogar a los hermanos Amunátegui y a Julio Alemparte.
Hijo del coronel de las Reales Milicias Ignacio de la Carrera -descendiente de conquistador-, y Francisca de Paula Verdugo Fernández de Valdivieso y Herrera. Fue el tercero de cuatro hermanos: Javiera, Juan José, José Miguel y Luis. Mi fuente, además de las citadas en el texto, es Historia de Chile, Encina-Castedo, Tomo I, pág. 523, Segunda Edición, 1956. Javiera fue quien diseño la primera bandera chilena, en 1811, que no prosperó, como mucha de sus acciones.
También no hubo tiempo. José Miguel Carrera fue depuesto, el Senado pasó a gobernar la Nación. parece justo decir que -cualquiera fueran sus intenciones o ambiciones- José Miguel Carrera estaba inspirado sino por las ideas liberales o republicanas por lo menos por las de la ilustración como se entendía en España y un naciente Patriotismo, que difería del concepto de patriotismo que tenían otros hispanoamericanos de la época como Bolívar, etc., que hablaban de una Patria Americana, mientras que Carrera hablaba de una Patria Chilena. La mayoría de las acciones de su gobierno parecen destinadas a crear lo que se llamaba una “opinión pública ilustrada” y a fomentar una identidad nacional distinta al ser súbditos españoles. Se puede alegar convincentemente que su deseo o intención era despertar el interés de los sectores populares, hasta ese punto totalmente indiferentes a la causa independentista, dado a que el proceso de independencia fue, de acuerdo a las concepciones de la época obra de lo que se llamaba en aquellos tiempos “vecinos nobles” (terratenientes, aristócratas, mandatarios militares o eclesiásticos) ya sea europeos, en su mayoría españoles, o sus descendientes directos – los únicos que se aceptaba en esos días como criollos – dejando de lado sectores populares, no solo el creciente mestizaje y los indígenas pero también los españoles pobres o no nobles. Descripciones de ese tiempo dejan claro que los sectores “aristocráticos” y comerciantes acomodados consideraban inferiores no solo a esos pero también al naciente sector profesional, especialmente si estos provenían de familias “mestizas” (muy pocos. Para acceder a la educación superior en esos días era necesario pasar un examen de “pureza de sangre”. Es decir, demostrar que no se era mestizo – ver Estatutos de limpieza de sangre)-. El sector “no hispano puro” sufría de un analfabetismo casi absoluto, y de constantes maltratos y discriminaciones por parte de los dueños de la tierra y el dinero. Una lectura cuidadosa de sus escritos sugiere, sin embargo, que la concepción carrerina de “el pueblo” se refiere a lo que en esos días era considerado el Tercer
Estado y en estos, probablemente, las clases medias.
Su gobierno publicó, además, el primer periódico del país: La Aurora de Chile, cuyo editor era fray Camilo Henríquez, y en el que se proclamaron tanto los ideales independentistas como los de la ilustración. También fundó el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional de Chile e impulso la formación de una Sociedad Económica de Amigos del País. Se establecieron escuelas gratuitas en los conventos, tanto para hombres como para mujeres y se establecieron relaciones comerciales con los Estados Unidos e incluso recibió al primer cónsul estadounidense en Chile Joel Robert Poinsett, con quien estableció una estrecha relación.
Entre sus otras obras se incluyen la iluminación nocturna y reparación de calles. También fundó la Escuela de Granaderos, base para la futura Escuela Militar.