ROMANCE SONÁMBULO, por FEDERICO GARCÍA LORCA

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ROMANCE SONÁMBULO, por FEDERICO GARCÍA LORCA

1899 - 1936
1899 – 1936

 

 

 

A Gloria Giner

y a Fernando de los Rios

 

 

   Verde que te quiero verde.

Verde viento. Verdes ramas.

El  barco sobre la mar

y el caballo en la montaña.

Com la sombra en la cintura

ella sueña en su baranda,

verde carne, pelo verde,

con ojos de fría plata.

Verde que te quiero verde.

Bajo la luna gitana,

las cosas la están mirando

y ella no puede mirarlas.

 

 

 

 

 

   Verde que te quiero verde.

Grandes estrellas de escarcha

vienen com el pez de sombra

que abre el camino del alba.

La higuera frota su viento

com la lija de sus ramas,

y el monte, gato garduño,

criza sus pitas agrias.

Pero ¿quién vendrá? ¿Y por donde…?

Ella sigue en su baranda,

verde carne, pelo verde,

soñando en la mar amarga.

 

 

 

 

 

   – Compadre, quiero cambiar

mi caballo por su casa,

mi montura por su espejo,

mi cuchillo, por su manta.

Compadre, vengo sangrando,

desde los puertos de Cabra.

– Si yo pudera, mocito,

ese trato se cerraba.

Pero yo ya no soy yo,

ni mi casa es ya mi casa.

– Compadre, quiero morir

decentemente en mi cama.

De acero, si puede ser,

con las sábanas de holanda.

¿No ves la herida que tengo

desde el pecho a la garganta?

– Trescientas rosas morenas

lleva tu pechera blanca.

Tu sangre rezuma y huele

alrededor de tu faja.

Pero yo ya no soy yo,

ni mi casa es ya mi casa.

– Dejadme subir al menos

hasta las altas barandas;

¡dejádme subir!, dejadme,

hasta las verdes barandas.

Barandales de la luna

por onde retumba el agua.

 

 

 

 

 

   Ya suben los dos compadres

hasta las altas barandas.

Dejando un rastro de sangre.

Dejando un rastro de lágrimas.

Temblaban en los tejados

farolillos de hojalata.

Mil panderos de cristal

herían la madrugada.

 

 

 

 

 

   Verde que te quiero verde,

verde viento, verdes ramas.

Los dos compadres subieron.

El largo viento dejaba

en la boca un raro gusto

de hiel, de menta y de albahaca.

¡Compadre! ¿Dónde está, dime,

dónde está tu niña amarga?

¡Cuántas veces te esperó!

¡Cuántas veces te esperara,

cara fresca, negro pelo,

en esta verde baranda!

 

 

 

 

    Sobre el rostro del aljibe

se mecía la gitana

Verde carne, pelo verde,

con ojos de fría plata.

Un carámbano de luna

la sostiene sobre el agua.

La noche se puso íntima

como una pequeña plaza.

Guardias civiles borrachos

en la puerta golpeaban.

Verde que te quiero verde.

Verde viento. Verdes ramas.

El barco sobre la mar.

Y el caballo en la montaña.

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