Memorias de un extranjero extravagante – 65– por Raúl Iturra

 

Muchas características del Imperio Inca, como su despótica constitución estatal, la rectilínea planificación urbana y su sistema de comunicaciones, fueron una herencia del pueblo chimú. Asentado en la capital. Cuzco, situada en lo alto de las montañas, el Inca era un tirano sin escrúpulos. Se le consideraba como un dios, el Hijo del Sol. La religión dominante era el culto al Sol, constituyendo los sacerdotes la clase social más poderosa. En el futuro quedó para siempre relacionada la palabra inca con el nombre de oro. Las antiguas leyendas de Eldorado quedaron confirmadas. El pueblo inca producía en grandes cantidades objetos de oro, utilizándose incluso como material de construcción y hasta para empedrar las calles. Aunque pueda sorprender, los incas carecían de un verdadero idioma escrito. A guisa de sustitución, disponían de un sistema de cordones, de diferentes colores y longitudes, con nudos, llamado “quipus”. Cada nudo, así como cada color y cada longitud del cordón, tenía su significado especial. Este sistema de “escritura” por medio de nudos se empleaba principalmente para designar cantidades en las actividades mercantiles y militares.

Existía una impresionante red de comunicacionesLos incas no conocían la rueda más que como un juguete. No pudieron usar este invento, debido a lo escabroso del terreno, que sólo podía recorrerse a pie o a lomos de llamas. Los incas construyeron una vasta red de comunicaciones a lo largo de los barrancos de las montañas y tendieron, sobre los precipicios, puentes colgantes. 

 

La obra que permitió la expansión territorial inca y luego la organización socio-económica fue a no dudarlo la vasta red caminera que comprendía puentes, tambos y depósitos. Pocas naciones podían vanagloriarse en el siglo XVI de poseer tan fantástico complejo vial como el del Tahuantinsuyo.

Los caminos no fueron un invento inca, debieron existir mucho tiempo antes para unir a los diversos grupos étnicos, realizar peregrinaciones a los principales santuarios o huacas y atender al intercambio entre los señoríos.

Seguramente la hegemonía wari disponía de caminos a todos los términos donde llegaron sus dominios y fueran indispensables para mantener su organización política. Igualmente, los chimú cuyos dominios abarcaban una amplia zona de la costa norte, emplearon rutas reconocidas actualmente por los arqueólogos.

Cusco

Cusco Durante el incanato, todos los caminos de Sudamérica conducían al Cusco (que en idioma quechua significa ‘ombligo del mundo’), la metrópoli precolombina más importante de Sudamérica, heredera de una tradición cultural milenaria. El Cusco es uno de los acontecimientos arqueológicos más grandes de la historia mundial y hasta sus simples caminos son majestuosos. Por su condición de urbe preincaica, fue nombrada Capital Arqueológica de Sudamérica. En el Cusco, encima de cada construcción incaica se suele sumar la arquitectura española y juntas suman siglos de civilización.

Las ciudades incas 

En lo alto de los Andes se hallan las ruinas de las primitivas ciudades incas. La ciudad-fortaleza de Machu Picchu, a 2400 metros de altura, fue descubierta en 1911 Los incas eran maestros en la técnica de labrar y unir bloques de piedra. Aunque no usaron argamasa, ensamblaban también los bloques que no se podía hacer pasar entre ellos la hoja de un cuchillo. Un notable ejemplo es la piedra de las 12 aristas.

Quebrar v unir bloques de piedra. Aunque no usaban argamasa, ensamblaban tan bien los bloques que no se podía hacer pasar entre ellos la hoja de un cuchillo. Un notable ejemplo es la piedra de doce aristas”.

Insisto en lo que se puede rígida organización en  Tahuantinsuyo. El Imperio Inca estaba constituido s

egún un rígido sistema militar. El estado se hallaba dividido en cuatro distritos. Su capital. Curco, planificada en cuadriculas. Los visitantes de las distintas provincias solo podían permanecer en la cuadricula correspondiente a su distrito. A la cabeza del gobierno estaba el Inca, con sede en el Cusco. Todas las escuelas administrativas recibían sus órdenes directamente de arriba abajo, y no existía comunicación de tipo lateral. 

Los incas eran un pueblo de habla quechua, originario, quizá, de la región tropical y selvática del este de los Andes, de donde habrían emigrado hacia el siglo XI, estableciéndose en la altiplanicie del Cuzco. Sus grandes aptitudes para la guerra y su organización, extendieron su poder a expensas de las tribus vecinas. Las tradiciones de los incas, de muy relativo valor histórico, relatan prolijamente el nacimiento del poderoso imperio. 

El primer héroe de la nación, decían, fue el inca Manco Cápac, quien, secundado por su esposa, Mama-Oclo, civilizó y educó a su pueblo. Sus descendientes gobernaron por varias generaciones y, gracias a su sabia dirección, creció el prestigio y la influencia del Cuzco. Uno de esos notables gobernantes fue Pachacutec, quien consolidó el poder incaico y dio al imperio su organización definitiva. Su hijo extendió sus dominios en el sur, conquistando Chile, hasta el río Maule. Su nieto, Huayna-Cápac, en cambio, orientó las conquistas hacia el norte, y sometió al poderoso reino de Quito. Este Inca pasó sus últimos años en Quito, donde se había casado con una’ princesa local, que le dio un hijo llamado Atahualpa. La muerte de Huayna-Cápac, acaecida en 1525, justamente cuando los españoles de Panamá realizaban las primeras tentativas de expedición al Perú, fue causa de un grave cisma político. En efecto, Huayna-Cápac dejó como heredero de su reino a Atahualpa, que no era de sangre inca, perjudicando, con ello, a su primogénito Huáscar, nacido de una princesa inca del Cuzco. Ambos hermanos se hicieron la guerra, y en ella venció Atahualpa. Volvía éste victorioso a Quito, y se hallaba de paso en Cajamarca (1531), cuando Pizarro desembarcó en Tumbes, iniciando la conquista del imperio.

La Cosmología incásica, la paz, la serenidad comenzaran a acabar. La conquista del imperio inca fue hecha a sangre y fuego. A sangre y fuego entró Santa Rosa de Lima, convertida en Chilena como Santa Rosa de Pelequén.

Hubo un último Inca, Garcilaso de la Vega Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la Vega, (Cuzco, Gobernación de Nueva Castilla, 12 de abril de 1539Córdoba, España, 23 de abril de 1616) fue un escritor e historiador peruano.[1] “Primer mestizo biológico y espiritual de América, “Príncipe de los escritores del nuevo mundo”, son algunos de los apelativos con los cuales se califica a este gran cronista mestizo. Perteneció a la época de los cronistas post Toledanos, durante el período colonial de la historia del Perú.

La nota del texto, colada al mío, dice: “A los indios, mestizos y criollos de los reinos y provincias del grande y riquísimo imperio del Perú, el Inca Garcilaso de la Vega, su hermano, compatriota y paisano, salud y felicidad.” Prólogo a la Historia General del Perú. La frase es del Castellano Antiguo, por lo que duplica la letra s.

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